domingo, agosto 19, 2007

¿Por qué desapareció la Unión Soviética?

Juan Brom, ¿Por qué desapareció la Unión Soviética? De la Rus de Kiev (siglo IX) al fin de la perestroika, México, D.F., Grijalbo, 1992, 2a ed., 142 pp.



El colapso de la Unión Soviética en 1991 fue sin duda uno de los hechos de mayor trascendencia del siglo pasado, independientemente de que para algunos -como Hobsbawm - señaló el final del "corto siglo XX", mientras que otros lo ven dentro de un proceso de crisis definitiva del capitalismo, en un siglo XX "largo".


El historiador mexicano Juan Brom -el conocido autor de una obra de amplísima difusión como Esbozo de historia universal-, a diferencia de otros estudiosos o intelectuales, no sucumbió, luego de la desaparición de la URSS, a los cantos de sirena triunfales del capitalismo y la mal llamada "globalización", y a la tesis del "fin de la historia". Lo fácil -y "conveniente"- hubiera sido sumarse a las voces que -ahistóricamente- pretendían sepultar definitivamente cualquier noción de socialismo, en vez de analizar las condiciones que llevaron al derrumbe del "socialismo real" y plantearse las preguntas que las circunstancias históricas demandan.


El profesor Brom publicó en 1992 su libro ¿Por qué desapareció la Unión Soviética?, cuyo contenido quiero comentar aquí. Este libro corto, de 142 páginas, comprende cuatro partes. Las dos primeras son una síntesis histórica. Primero reseña la historia rusa desde la Rus de Kiev en el siglo IX hasta la la Revolución de Octubre, y luego el periodo del poder soviético hasta su final en 1991. En este último capítulo, se detiene más que todo en el proceso y los acontecimientos fundamentales desde el arribo al poder de Gorbachov y los inicios de la "perestroika" en 1985. El tercer capítulo es una recapitulación de lo expuesto antes, seguida por la última parte, en donde el autor realiza algunas reflexiones en torno al derrumbe de la URSS, en donde plantea cuestiones variadas como la experiencia soviética, las causas de la disolución de la URSS y del fin del "socialismo real", sus consecuencias, la posibilidad del socialismo, y las perspectivas del mundo actual.


Dado que estas reflexiones son, si no lo más importante del libro, sin duda la parte de mayor interés y que justifica su publicación, esta reseña se centra en discutir algunos de los aspectos planteados por el autor. Como dice Brom, ante la situación de la desaparición de la Unión Soviética y sus aliados, es fácil lanzarse a interpretaciones que caen en el campo de la especulación y lo meramente emocional, llegando hasta formulaciones dogmáticas sin ningún asidero factual. Por el contrario, un estudio más serio demanda el análisis histórico. Es mucho lo que hay que investigar a ese nivel, por ejemplo los últimos años de la URSS a partir de los 80s, como bien sugiere Brom. Pero mientras se realizan esos estudios era útil realizar un bosquejo de la historia rusa y soviética, y también -algo que considero es uno de los méritos del libro- una síntesis de los años de la "perestroika" hasta 1991. El que se nos presente una relación organizada de los hechos políticos y sociales en ese proceso de disolución, permite al menos empezar a entenderlo y pensar en hipótesis.


Para explicar el derrumbe de la Unión Soviética reseña el proceso por el que, de la genuina democracia y el poder efectivo de los soviets de los primeros años luego de la Revolución de Octubre, se pasó a la represión y controles bajo Stalin. El verticalismo y el dogmatismo condujeron inevitablemente al alejamiento del Partido y el Estado de las masas, y al estancamiento, apatía política, burocratización, y pérdida de legitimidad. "La perestroika y el glasnot [...] no logran recuperar la confianza popular en los comunistas ni en el gobierno". "Posiblemente en este complejo proceso político [...] se encuentre la causa profunda, o una de ellas, del derrumbe de la Unión Soviética." (pág. 122)


Brom no menciona la tesis estalinista sobre el desarrollo del socialismo en un sólo país, ni analiza el posible impacto de este planteamiento junto con el de la "coexistencia pacífica" en el hundimiento de la URSS y del "socialismo real".


El autor se pregunta si es viable el socialismo: "¿Un primer fracaso histórico demuestra una imposibilidad absoluta?" A la luz de lo que ha sido el desarrollo del capitalismo sostiene: "¿No sería lógico pensar que el socialismo pueda requerir distintos ensayos, variadas formas de desarrollo en diferentes condiciones históricas, un periodo de gestación más prolongado del que habían pensado sus fundadores teóricos y muchos de sus partidarios de nuestros días?" (págs. 126-7) Aquí cabe recordar que en 1815 se pudo considerar a la Revolución Francesa como un "fracaso", pero 50 años después ya no lo era...


¿Hubo socialismo en la URSS? En forma acertada, el autor señala que Marx sólo trazó unos grandes lineamientos sobre la futura sociedad socialista. Usando esos parámetros en su análisis, considera que en los primeros años del poder soviético hubo "elementos socialistas importantes" pero que no se mantuvieron y "el sistema desembocó en una estructura que no era socialista". (pág. 128)


La explicación que propone al hecho que la contrarrevolución se realizó casi sin víctimas es poco convincente. (págs. 101-3) Es más creíble la opinión de quienes piensan que el grado de apatía, anquilosamiento y burocratización a que se había llegado era tan grande, que muy pocos soviéticos tenían la suficiente convicción ideológica como para oponerse activamente.


Pese a las críticas que formula a las llamadas democracias multipartidistas, plantea que eso de ninguna manera puede significar "considerar democráticos a sistemas unipartidistas" (pág. 116). Esa opinión sale bastante mal librada si vemos que en el sistema unipartidista cubano -a diferencia de las "democracias" de gran parte del mundo- la abstención electoral y el voto blanco o nulo son mínimos, en un sistema donde el voto es libre y secreto. Esa elevada participación política se corresponde bien con el alto grado de legitimidad del Estado cubano, que es lo que en gran parte explica su vigencia a lo largo de casi medio siglo.


A 16 años de los acontecimientos pueden formularse nuevas preguntas que en el momento en que se elaboró el libro, cuando uno apenas se recuperaba de la impresión de los hechos. Quizás hay que preguntarse cuáles eran los objetivos reales de Gorbachov con su "perestoika". Los de Yeltin, Shevardnadze y otros "tránsfugas" políticos (entre los que a la postre estaría el propio Gorbachov) no demandarían mucho análisis. Desde luego aquí no se va a responder tamaña cuestión, pero se puede pensar que en la nueva dirección política soviética de 1985 y años siguientes hubo bastante ignorancia -real o aparente- de algunas experiencias exitosas en la comunidad socialista. Y uno se pregunta si intentaron asimilar dichas experiencias, si es que en realidad buscaban preservar y mejorar el socialismo. Por ejemplo, el XXVII Congreso del PCUS (1986) fue muy audaz en sus planteamientos de democratización profunda de la sociedad -pidiendo incluso formas de democracia directa- [1] pero no se menciona la existencia o necesidad de introducción de la revocatoria de mandatos, ni la implementación de la nominación o postulación a cargos electivos por cualquier ciudadano, prácticas habituales en Cuba.[2] Otro ejemplo tiene que ver con lo que Gorbachov llamaba "estancamiento" (noción que criticaba la tendencia de crecimiento económico cada vez menor). Sobre eso hay que decir que la RDA no sólo sostuvo tasas envidiables de crecimiento del 5% en los 80s, sino que hasta su final logró la autosuficiencia alimentaria (una de las grandes dificultades de la URSS).


Por último, de la dramática sucesión de acontecimientos que se precipitaron básicamente a partir de 1987 (cuya cronología reseña bien Brom), se desprende la impresión que la "perestroika" y el "glasnot" fueron sencillamente demasiado lejos, pero no exactamente en el camino de democratizar el socialismo y potenciarlo económicamente -como he sugerido en el párrafo anterior-, sino en uno que llevó a la URSS al despeñadero. Por ejemplo, apenas en junio de 1987 se presentaban varios candidatos en elecciones regionales y municipales (mientras en Cuba eso se hacía desde los 70s y no había listas únicas del Partido como en la URSS), pero ya desde 1988 Pravda lo criticaba todo, incluso a Gorbachov. ¿No era ya ir muy lejos, si difícilmente en cualquier país capitalista sería imaginable que el mayor medio masivo de comunicación criticara duramente al poder ejecutivo?


Sin duda, este libro del profesor Brom es una lectura indispensable para analizar su objeto de estudio, y a la vez una invitación a su profundización (mediante una bibliografía básica citada y empleada por este autor, que incluye también varios títulos de revistas), pues como muy dice al inicio, sólo intenta plantear algunos problemas y una visión de conjunto, y no conclusiones definitivas.



Notas:


[1] Mijaíl Gorbachov, Informe político del Comité Central del PCUS al XXVII Congreso del Partido. 25 de febrero de 1986. Moscú, Editorial de la Agencia de Prensa Nóvosti, 1986, págs. 70-80.


[2] Cfr. Marta Harnecker, Cuba: ¿dictadura o democracia? Edición actualizada con la experiencia nacional del Poder Popular. México, D.F., Siglo XXI editores, 8a ed. 1979.



Agosto 18, 2007

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