El pasado 15 de febrero el proceso revolucionario venezolano logró una nueva y significativa victoria electoral. Esta vez, una muy clara mayoría de venezolanos aprobó en referendo una enmienda constitucional que acaba con la restricción a dos periodos consecutivos para ejercer los cargos de parlamentario, gobernador o presidente de la república. De esta manera, el actual presidente Chávez está ya habilitado para eventualmente presentarse como candidato -si así se decidiera dentro de su partido, el flamante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV)-, y ser reelegido o no en nuevas elecciones en el 2012. El análisis político de los resultados y del contexto en que se obtuvieron es a todas luces necesario. Empecemos por los números. Una mirada general a éstos nos muestra que la victoria fue casi sin mella para el oficialismo, y para la oposición -por el contrario- la derrota fue casi sin atenuantes. Si comparamos los resultados de este febrero con los del referendo de diciembre de 2007 -que, recordemos, planteaba no una simple enmienda sino una muy amplia reformal constitucional-, vemos que el chavismo avanzó del 49,29% al 54,86% (6.319.636). La oposición enfatiza y reclama como logro que por primera vez -en 10 años- supera su "techo" electoral, lo cual es cierto, pues superaron los 5 millones con un crecimiento de 700 mil frente a diciembre de 2007. Sin embargo, este mismo crecimiento fue de 2 millones en el chavismo, y es bueno recordar que también supera ampliamente su resultado en el referendo revocatorio de 2004 (5.800.629).
El hecho de que el 15 de febrero fue derrotado el tradicional abstencionismo en el sentido que se logró un nivel sin precedente del 70% de participación electoral, no sólo habla bien del trabajo realizado por el PSUV, sus aliados y bases chavistas, sino que esta vez incluyeron o mejoraron el trabajo pedagógico de explicar masivamente el contenido y razones de la enmienda constitucional. Algo aprendieron de la derrota de fines del 2007, cuando posiblemente fallaron a ese nivel.
Es evidente que el PSUV y sus bases y aliados han venido mejorando significativamente el trabajo político -y dentro de éste también el pedagógico como hemos dicho ya-, y el resultado se ha visto a las claras en las elecciones regionales de noviembre del año pasado y ahora el último 15. Eso ha sido decisivo frente a una oposición, cuyos esfuerzos no desdeñables por supuesto siempre han estado reforzados y multiplicados por su control de la vasta mayoría de medios de comunicación y por millonarias "contribuciones" provenientes del exterior.
Tanto antes como después del referendo, el oficialismo ha tenido que vérselas con una maloliente fábrica de mentiras que, pese a su magnitud, sólo es una "insignficante" filial o tentáculo de los grandes pulpos de desinformación mundiales. Algo nada nuevo por supuesto en estos diez primeros años de Revolución Bolivariana, en donde los dueños de los grandes medios venezolanos siempre han pretendido regresar al statu quo de la Cuarta República a punta de terrorismo mediático. En la extraña tiranía de Chávez, la oposición maneja el 70% del espacio radioeléctrico y casi toda la prensa escrita.
La cantaleta de mentiras ha sido permanente, y con la particularidad que hasta la más insignificante "noticia" proveniente de Venezuela es difundida a los cuatro vientos por los grandes monopolios desinformativos del planeta.
Una de las mayores mentiras durante la campaña hacia el referendo -y repetida hasta el infinito por los grandes medios en casi todo el mundo- se refería directamente sobre el contenido de la enmienda constitucional propuesta. Para Falsimedia se trataba de introducir la "reelección indefinida" del presidente Chávez, un segundo intento para eternizarse en el poder luego de la derrota de finales de 2007, cuando por estrecho margen su propuesta de reforma constitucional fue derrotada en referendo (pues, como se recordará, uno de los 60 y tantos artículos de la reforma eliminaba la restricción a máximo dos periodos consecutivos en el cargo presidencial).
Pero, como hemos visto, no se trataba exactamente de una "reelección indefinida", sino de nada más que de algo común y corriente por ejemplo en 17 de los 27 países miembros de la Unión Europea, en donde Tage Fritiof fue primer ministro sueco durante 23 años continuos, Helmut Kohl canciller federal de Alemania Federal durante 16 años ininterrumpidos, o Felipe González presidente del gobierno español a lo largo de 14 años seguidos, para mencionar algunos casos, sin que ningún gran medio nacional o internacional los acusara de antidemocráticos o de querer eternizarse en el poder. Tampoco se trataba de una jugarreta de Chávez para salvar algo que se había hundido en el referendo del 2007 (¡El pueblo ya decidió en el 2007!, clamaba la oposición), pues fueron dos consultas muy diferentes y por tanto no incompatibles. Además, siguiendo esta "lógica" de la oposición, el referendo revocatorio de 2004 hubiera resultado antidemocrático, pues Chávez había sido elegido dos años antes en una elección democrática.
Pasado el 15 de febrero último -y admitida a regañadientes la derrota-, la oposición sacó -y ante la imposibilidad absoluta de gritar "fraude" como ha sido su costumbre- a la palestra de los medios un cúmulo de denuncias de supuestas irregularidades, y se quejó sobre todo del "ventajismo" del oficialismo para explicar su derrota. Pero en realidad lo que hubo fue un gran ventajismo en los medios para el "No", según denunció el ministro de información y comunicación Jesse Chacón, pues mientras la opción del no tuvo una cobertura en los medios de comunicación del 71%, la opción del sí sólo tuvo un 29% de cobertura.
También, al igual que ha venido sucediendo en el caso de Bolivia, los grandes medios usualmente pretenden minimizar las victorias electorales de sus pueblos. No importa cuán amplio sea el margen de victoria -el 10% en Venezuela o el 21% en Bolivia, respectivamente en sus últimos y recientes referendos- siempre salen diciendo que el país sigue "dividido" luego de la elección, que el gobierno tendrá que negociar con la oposición, etc.
Como dice el profesor Carlos Fernández Liria con mucha lucidez, palabras más o menos: Sólo puede haber democracia de derecha -o de "centro" que es como decir lo mismo-, y si en alguna parte del mundo surge una democracia de izquierda hay que liquidarla por cualquier medio -tal como pretendieron hacerlo en 2002 en Venezuela-. Es el miedo a la democracia de verdad de algunos que se autodefinen defensores de ella.
Febrero 20 de 2009