viernes, octubre 23, 2009

Sobre la libertad de los cubanos para viajar al exterior


A comienzos de 2008 hubo gran revuelo y difusión mediática solo porque en un encuentro del presidente de la Asamblea nacional del poder popular de Cuba, Ricardo Alarcón, con estudiantes de la Universidad de Ciencias Informáticas, algunos de éstos le formularon apreciaciones y preguntas muy críticas.(1) Claro, el inconformismo en Cuba era tal, y la población osaba cuestionar el régimen por primera vez luego de décadas de represión: Ahora sí va a caer la revolución, algo que venían diciendo y repitiendo desde hace casi 50 años.

Una de las preguntas más críticas se relacionaba con las trabas para los cubanos a la hora de viajar fuera de la isla. Como sabemos, el actual gobierno del presidente de los consejos de estado y de ministros, Raúl Castro, ha planteado que dichas restricciones se revisarán en la medida que lo permitan las condiciones reales en el país, continuando un pragmatismo que ha caracterizado históricamente a la dirigencia revolucionaria cubana. Por su parte, Ricardo Alarcón ofreció una respuesta serena, clara, reflexiva y sin titubeos, al estudiante de la UCI.

Quisiera contribuir en la discusión con algunos datos y desde una perspectiva soslayada por los grandes medios.

Acabo de leer en El Tiempo -el principal diario colombiano-, los resultados generales de una encuesta realizada en Colombia, según la cual el 48% de los colombianos nunca viajó en avión, y el 76% no ha salido del país.(2)

Posiblemente el estudiante de la pregunta en la UCI al menos habría formulado en otros términos la misma, de haber conocido datos como el de esa encuesta en países latinoamericanos u otros, porque evidentemente en Colombia viajar fuera del país es cosa reservada para ricos y a lo sumo para los sectores medios. Pero este país suramericano figura como uno de desarrollo económico medio.(3) Las cifras de encuestas como ésa en países latinoamericanos más pobres, serían sin duda peores.

Pero la cuestión no se reduce a comprobar algo que el sentido común más elemental nos sugeriría: que en Cuba -como en casi todos los países del mundo-, tomar un avión y viajar al extranjero es un lujo que relativamente pocos se dan. Es claro que en Cuba, a diferencia del resto del mundo, la decisión de quiénes y por qué viajan no se da de acuerdo al tamaño del “bolsillo” de cada quien. El problema es que, tal como muy bien lo dijo Ricardo Alarcón, para que viajaran todos los 6.000 millones de habitantes del mundo serían necesarias varias “Tierras”, pero Tierra sólo hay una... Entonces, realmente dejar la posibilidad de viajar al tamaño de la billetera de cada cual, es inviable y suicida en términos ecológicos, porque ya sabemos que el aéreo es el medio de transporte más contaminante.(4)

Entonces, como colombiano no le preguntaría a alguna alta autoridad de mi país por qué el 76% de los colombianos no han viajado al exterior. Le cuestionaría -y bien fuerte-, por qué en Colombia fueron desmantelados los ferrocarriles, que desaparecieron por dictado del Banco Mundial de comienzos de los 50's, dictado llamado eufemísticamente “recomendación”, y que fue cumplido a pie juntillas por sucesivos gobiernos. No tengo los datos de Cuba, pero ciertamente mientras un 0% de los colombianos viaja en ferrocarril, en la isla el porcentaje es frente a eso considerable, donde el gobierno ha emprendido en los últimos años inversiones importantes en la recuperación del transporte ferroviario, duramente golpeado en los años del “periodo especial”.

La imposibilidad absoluta para los colombianos de viajar en ferrocarril los obliga a pagar tarifas altísimas para viajar en avión o bus, ya que pese a ser aún exportador de petróleo -y aunque parezca increíble- el precio interno de la gasolina en Colombia es mayor que en EE.UU. El costo de esto es alto tanto en términos ecológicos, como económicos, como en pérdidas de vidas humanas. El ferrocarril no es sólo el medio más ecológico, sino el más económico y el más seguro en materia de accidentalidad.

En Cuba la recuperación del sistema ferroviario nacional es una prioridad pese a los limitados recursos del país, y la preferencia para viajar al exterior la tienen científicos, deportistas, artistas y políticos en representación del país en su campo o actividad. En un país pobre y de recursos escasos, ¿no es más racional que los vuelos al exterior se decidan de acuerdo a su función social en vez del poder adquisitivo de cada cual?

Es dable pensar que en el socialismo del siglo XXI la posibilidad de los viajes a larga distancia estará atada -como en Cuba- a su función social, por la sencilla razón que en un mundo con petróleo cada vez más escaso y costoso la irresponsable fiesta consumista de los tiquetes aéreos baratos se termina, y la dramática realidad del cambio climático determinará como mínimo que aquel que quiera viajar en avión tenga que pagar -además del tiquete aéreo- una elevada suma de dinero por el daño ecológico al que está contribuyendo.


(1) Ricardo Alarcón y las preguntas de los estudiantes cubanos, http://www.pascualserrano.net/noticias/ricardo-alarcon-y-las-preguntas-de-los-estudiantes-cubanos

(2) Uno de cada cuatro colombianos no conoce el mar, revela encuesta, http://www.eltiempo.com/colombia/antioquia/uno-de-cada-cuatro-colombianos-no-conoce-el-mar-revela-encuesta_6393047-1

(3) Por Paridad de poder adquisitivo -PPA- Colombia figura con US$8.800 en el lugar 114 entre 229 países y territorios (2008), https://www.cia.gov/library/publications/the-world-factbook/rankorder/2004rank.html

(4) Turismo, ecología y socialismo del siglo XXI, http://albertowong.blogspot.com/2009/02/reflexiones-desde-la-historia-i.html

sábado, junio 13, 2009

Reflexiones desde la historia (II)

Guerra, guerrillas y derecho en la historia de Colombia

El análisis sobre el conflicto colombiano -tanto el realizado desde fuera, pero probablemente más el elaborado dentro del país-, con frecuencia se hace prescindiendo del pasado, por ejemplo del siglo XIX atravesado por innumerables guerras y conflictos nacionales o locales.

En este sentido es interesante leer el último texto de Luis Javier Ortiz Mesa, profesor en la Universidad Nacional de Colombia (Sede Medellín), publicado en 2004: Fusiles y plegarias: Guerra de guerrillas en Cundinamarca, Boyacá y Santander, 1876-1877, el cual parece ser la única obra publicada -junto con Los guerrilleros del novecientos de Carlos Eduardo Jaramillo (1991)- sobre guerrillas en la Colombia decimonónica, pese a que desde las luchas por la independencia su presencia fue asidua en los recurrentes conflictos civiles que caracterizaron su historia.

La simple lectura del libro de Ortiz Mesa permite ver que una serie de prácticas de las guerrillas colombianas en los últimos años y decenios no son nuevas, a diferencia de la imagen superficial y enfocada en la corta duración histórica proporcionada en los grandes medios de información. Veamos: Entre las prácticas habituales de las guerrillas en la guerra civil de 1876-77 en Colombia estuvieron: saqueo y robo en casas y haciendas, cobro de impuestos y peajes, retención de personas y cobro de rescates por ellas, ajusticiamientos y crímenes hoy considerados de lesa humanidad, actos que hoy consideraríamos terroristas -es decir, destinados a propagar el temor en la población-, aparte de las consecuencias derivadas de cualquier confrontación bélica: muertos, destrucción, etc. En fin, las guerrillas "combinaban todas las formas de lucha" según el autor, práctica que llevada a cabo por la insurgencia de izquierda en la segunda mitad del siglo XX fue condenada por la derecha y al menos criticada por alguna izquierda. Pero el partido comunista no fue el único en "combinar todas las formas de lucha" -incluyendo el uso de un brazo armado-, sino que ya mucho antes el partido conservador -en la guerra civil de 1876-77 y en otros momentos- también tuvo su brazo armado (guerrillas y ejércitos regulares).

Por otro lado, dichas prácticas -tanto hoy como ayer- fueron estigmatizadas por los gobiernos y los medios: En 1876-77 las partidas de guerrilleros eran "cuadrillas" para el bando contrario, y no se trataba de guerrilleros o soldados sino de "bandidos" o "subversivos". También para algunos éstos se habían apartado de su ideología, y se dedicaban al negocio de la guerra, ya que como ya hemos dicho entre sus prácticas estaban el saqueo, robo, confiscaciones, cobro de impuestos, etc., con las que engrosaban sus arcas. Igualmente, eran constantes las críticas hacia los crímenes y actos de barbarie realizados contra personas pacíficas y desarmadas.

Pese a la polarización que acompañaba a los conflictos armados, no faltaban las voces que defendían la observancia del Derecho de Gentes y que diferenciaban entre actores beligerantes y simples delincuentes. Para los liberales en el gobierno "desde que la facción o parcialidad domina un territorio algo extenso, le da leyes, establece en él un gobierno, administra justicia, y, en una palabra, ejerce actos de soberanía, es una persona en el Derecho de Gentes" (pág. 160) y por tanto debía ser considerado como beligerante. Acorde con esta distinción, una fuerza beligerante debía recibir un tratamiento diferente a aquellas que no reunieran dichos requisitos. Este principio estuvo en la base de las amnistías expedidas al finalizar la guerra en 1877 como en otras confrontaciones bélicas del siglo XIX colombiano.

A contrapelo de esta tradición, a comienzos de este siglo XXI en Colombia, se ha pasado -bajo el régimen de Uribe Vélez- a desconocer el carácter de beligerantes de las guerrillas, y -para guardar alguna coherencia con lo anterior- se las considera "terroristas" y se niega la existencia misma del conflicto armado.

Lo paradójico de este viraje es que a diferencia de casi todas las guerrillas decimonónicas -algo que se le "escapa" a Ortiz Mesa- la actual insurgencia sí tiene un origen popular (en el sentido que no fue organizada o promovida por los partidos tradicionales o la Iglesia católica). Precisamente, uno de los problemas del texto de Ortiz es privilegiar "el carácter religioso que tuvo la contienda bélica" (pág. 15), por lo cual plantea la tesis que "la guerra tuvo un alto significado de cruzada religiosa" (pág. 26). Mal hace el autor en hablar de "soldados de Cristo" siendo que en realidad eran -más bien- soldados del partido conservador. Un llamamiento como el de "dar en tierra con la oligarquía que nos degrada" (pág. 112) realizado por las guerrillas conservadoras, poco o nada estimulaba a la gran masa de la población para sumarse a ellas, en cuyo caso la lucha sí hubiese adquirido un tono de "cruzada".

domingo, marzo 22, 2009

El contundente sí en Venezuela

El pasado 15 de febrero el proceso revolucionario venezolano logró una nueva y significativa victoria electoral. Esta vez, una muy clara mayoría de venezolanos aprobó en referendo una enmienda constitucional que acaba con la restricción a dos periodos consecutivos para ejercer los cargos de parlamentario, gobernador o presidente de la república. De esta manera, el actual presidente Chávez está ya habilitado para eventualmente presentarse como candidato -si así se decidiera dentro de su partido, el flamante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV)-, y ser reelegido o no en nuevas elecciones en el 2012. El análisis político de los resultados y del contexto en que se obtuvieron es a todas luces necesario. Empecemos por los números. Una mirada general a éstos nos muestra que la victoria fue casi sin mella para el oficialismo, y para la oposición -por el contrario- la derrota fue casi sin atenuantes. Si comparamos los resultados de este febrero con los del referendo de diciembre de 2007 -que, recordemos, planteaba no una simple enmienda sino una muy amplia reformal constitucional-, vemos que el chavismo avanzó del 49,29% al 54,86% (6.319.636). La oposición enfatiza y reclama como logro que por primera vez -en 10 años- supera su "techo" electoral, lo cual es cierto, pues superaron los 5 millones con un crecimiento de 700 mil frente a diciembre de 2007. Sin embargo, este mismo crecimiento fue de 2 millones en el chavismo, y es bueno recordar que también supera ampliamente su resultado en el referendo revocatorio de 2004 (5.800.629).
El hecho de que el 15 de febrero fue derrotado el tradicional abstencionismo en el sentido que se logró un nivel sin precedente del 70% de participación electoral, no sólo habla bien del trabajo realizado por el PSUV, sus aliados y bases chavistas, sino que esta vez incluyeron o mejoraron el trabajo pedagógico de explicar masivamente el contenido y razones de la enmienda constitucional. Algo aprendieron de la derrota de fines del 2007, cuando posiblemente fallaron a ese nivel.

Es evidente que el PSUV y sus bases y aliados han venido mejorando significativamente el trabajo político -y dentro de éste también el pedagógico como hemos dicho ya-, y el resultado se ha visto a las claras en las elecciones regionales de noviembre del año pasado y ahora el último 15. Eso ha sido decisivo frente a una oposición, cuyos esfuerzos no desdeñables por supuesto siempre han estado reforzados y multiplicados por su control de la vasta mayoría de medios de comunicación y por millonarias "contribuciones" provenientes del exterior.
Tanto antes como después del referendo, el oficialismo ha tenido que vérselas con una maloliente fábrica de mentiras que, pese a su magnitud, sólo es una "insignficante" filial o tentáculo de los grandes pulpos de desinformación mundiales. Algo nada nuevo por supuesto en estos diez primeros años de Revolución Bolivariana, en donde los dueños de los grandes medios venezolanos siempre han pretendido regresar al statu quo de la Cuarta República a punta de terrorismo mediático. En la extraña tiranía de Chávez, la oposición maneja el 70% del espacio radioeléctrico y casi toda la prensa escrita.
La cantaleta de mentiras ha sido permanente, y con la particularidad que hasta la más insignificante "noticia" proveniente de Venezuela es difundida a los cuatro vientos por los grandes monopolios desinformativos del planeta.
Una de las mayores mentiras durante la campaña hacia el referendo -y repetida hasta el infinito por los grandes medios en casi todo el mundo- se refería directamente sobre el contenido de la enmienda constitucional propuesta. Para Falsimedia se trataba de introducir la "reelección indefinida" del presidente Chávez, un segundo intento para eternizarse en el poder luego de la derrota de finales de 2007, cuando por estrecho margen su propuesta de reforma constitucional fue derrotada en referendo (pues, como se recordará, uno de los 60 y tantos artículos de la reforma eliminaba la restricción a máximo dos periodos consecutivos en el cargo presidencial). 
Pero, como hemos visto, no se trataba exactamente de una "reelección indefinida", sino de nada más que de algo común y corriente por ejemplo en 17 de los 27 países miembros de la Unión Europea, en donde Tage Fritiof fue primer ministro sueco durante 23 años continuos, Helmut Kohl canciller federal de Alemania Federal durante 16 años ininterrumpidos, o Felipe González presidente del gobierno español a lo largo de 14 años seguidos, para mencionar algunos casos, sin que ningún gran medio nacional o internacional los acusara de antidemocráticos o de querer eternizarse en el poder. Tampoco se trataba de una jugarreta de Chávez para salvar algo que se había hundido en el referendo del 2007 (¡El pueblo ya decidió en el 2007!, clamaba la oposición), pues fueron dos consultas muy diferentes y por tanto no incompatibles. Además, siguiendo esta "lógica" de la oposición, el referendo revocatorio de 2004 hubiera resultado antidemocrático, pues Chávez había sido elegido dos años antes en una elección democrática.
Pasado el 15 de febrero último -y admitida a regañadientes la derrota-, la oposición sacó -y ante la imposibilidad absoluta de gritar "fraude" como ha sido su costumbre- a la palestra de los medios un cúmulo de denuncias de supuestas irregularidades, y se quejó sobre todo del "ventajismo" del oficialismo para explicar su derrota. Pero en realidad lo que hubo fue un gran ventajismo en los medios para el "No", según denunció el ministro de información y comunicación Jesse Chacón, pues mientras la opción del no tuvo una cobertura en los medios de comunicación del 71%, la opción del sí sólo tuvo un 29% de cobertura.
También, al igual que ha venido sucediendo en el caso de Bolivia, los grandes medios usualmente pretenden minimizar las victorias electorales de sus pueblos. No importa cuán amplio sea el margen de victoria -el 10% en Venezuela o el 21% en Bolivia, respectivamente en sus últimos y recientes referendos- siempre salen diciendo que el país sigue "dividido" luego de la elección, que el gobierno tendrá que negociar con la oposición, etc.

Como dice el profesor Carlos Fernández Liria con mucha lucidez, palabras más o menos: Sólo puede haber democracia de derecha -o de "centro" que es como decir lo mismo-, y si en alguna parte del mundo surge una democracia de izquierda hay que liquidarla por cualquier medio -tal como pretendieron hacerlo en 2002 en Venezuela-. Es el miedo a la democracia de verdad de algunos que se autodefinen defensores de ella.

Febrero 20 de 2009

sábado, febrero 07, 2009

Reflexiones desde la historia (I)

Turismo, ecología y socialismo del siglo XXI

El pico en la producción petrolera ya es -o si no, lo será en cuestión de más o menos pocos años- una realidad indudable. El ritmo productivo y consumista demenciales que son propios del capitalismo lleva inevitablemente al agotamiento de recursos naturales no renovables como el petróleo. Una vez alcanzado el "pico" en la producción, la curva del declive en la producción no hará sino acentuarse con el paso de los años. La voracidad capitalista -en este caso de petróleo- no puede parar, porque hacerlo significaría su propio suicidio. 

Es realmente trágico que este pico petrolero coincida con la debacle y amenaza del llamado cambio climático, pero más lo será si las actuales sociedades humanas no deciden superar radicalmente el capitalismo, porque éste no se va a suicidar sino que llevará al planeta a su destrucción, ¡a menos que se imponga la nueva sociedad socialista!

La sociedad socialista del siglo XXI -y el mundo como tal- sólo podrá ser viable si entierra definitivamente la irracionalidad productiva-económica y consumista del capitalismo. 

El turismo -como todo en el capitalismo, se diría- ha alcanzado dimensiones monstruosas, siendo uno de los agravantes el hecho que el medio de transporte más dañino en términos ecológicos son los aviones, y este medio es sin duda el más utilizado por el turismo. ¿Tendrá que desaparecer el turismo? No tenemos la "bolita de cristal" de los futurólogos, pero sin duda como mínimo tendrían que emplearse medios de transporte menos contaminantes, como lo es el ferrocarril eléctrico. 

Pero sí podemos intentar reflexionar desde la historia. En Europa el turismo en masa era casi literalmente desconocido antes de la segunda postguerra, excepto el caso de algunos pocos balnearios y algunos lugares en Suiza e Italia. Hasta entonces sólo unos pocos miles de científicos y artistas cruzaban las fronteras nacionales. Pero el espectacular despegue económico y creciente prosperidad de la postguerra, los vuelos "charter", y las ofertas y campañas publicitarias, convirtieron a esos pocos miles de "turistas" en 30 millones a mediados de los 50's y en 100 millones diez años después. Hacia 1960 ya los visados entre países euro-occidentales eran recuerdo del pasado (claro, para estimular el turismo). El flujo desde otros continentes era aún relativamente escaso, pero su ascenso era incontenible. Mientras alrededor de medio millón de norteamericanos llegaron a Europa en 1955, en 1966 esa cantidad se había triplicado.

La irracionalidad capitalista no sólo llevó al turismo de masas sino al empleo de los medios más contaminantes: automóviles y aviones, cuyo desarrollo fue de lejos espectacular comparado con el resto. Entre 1948 y 1965, por ejemplo, el volumen de transporte aéreo en Europa creció en diez veces. En 1958 por primera vez cruzaban el Atlántico más pasajeros por vía aérea que marítima. El auge automotor fue similar: Europa Occidental pasó de disponer de 5 millones de autos en 1948 a 44 millones en 1965. (Todas las cifras son del libro de Walter Laqueur, Europa después de Hitler)

El gran "sueño" -negocio- para los capitalistas podría ser, por ejemplo, que todos los 6.000 millones que habitamos el planeta tuviéramos a su vez como "sueño" viajar, hacer turismo internacional, digamos cada año en nuestras vacaciones. Pero pocas dudas tendríamos que la realización de ese "sueño" -y todo el "crecimiento económico" que sería necesario para ello- significaría destruir la vida en el planeta, para ser más exactos necesitaríamos de varios planetas para lograrlo... 

He aquí que la historia viene en nuestro auxilio. ¿Será que no podemos vivir sin el turismo masivo? Para los europeos anteriores a 1945 el turismo era como hoy viajar a otro planeta, y esa sigue siendo hoy la realidad para la gran mayoría de hombres y mujeres.