Turismo, ecología y socialismo del siglo XXI
El pico en la producción petrolera ya es -o si no, lo será en cuestión de más o menos pocos años- una realidad indudable. El ritmo productivo y consumista demenciales que son propios del capitalismo lleva inevitablemente al agotamiento de recursos naturales no renovables como el petróleo. Una vez alcanzado el "pico" en la producción, la curva del declive en la producción no hará sino acentuarse con el paso de los años. La voracidad capitalista -en este caso de petróleo- no puede parar, porque hacerlo significaría su propio suicidio.
Es realmente trágico que este pico petrolero coincida con la debacle y amenaza del llamado cambio climático, pero más lo será si las actuales sociedades humanas no deciden superar radicalmente el capitalismo, porque éste no se va a suicidar sino que llevará al planeta a su destrucción, ¡a menos que se imponga la nueva sociedad socialista!
La sociedad socialista del siglo XXI -y el mundo como tal- sólo podrá ser viable si entierra definitivamente la irracionalidad productiva-económica y consumista del capitalismo.
El turismo -como todo en el capitalismo, se diría- ha alcanzado dimensiones monstruosas, siendo uno de los agravantes el hecho que el medio de transporte más dañino en términos ecológicos son los aviones, y este medio es sin duda el más utilizado por el turismo. ¿Tendrá que desaparecer el turismo? No tenemos la "bolita de cristal" de los futurólogos, pero sin duda como mínimo tendrían que emplearse medios de transporte menos contaminantes, como lo es el ferrocarril eléctrico.
Pero sí podemos intentar reflexionar desde la historia. En Europa el turismo en masa era casi literalmente desconocido antes de la segunda postguerra, excepto el caso de algunos pocos balnearios y algunos lugares en Suiza e Italia. Hasta entonces sólo unos pocos miles de científicos y artistas cruzaban las fronteras nacionales. Pero el espectacular despegue económico y creciente prosperidad de la postguerra, los vuelos "charter", y las ofertas y campañas publicitarias, convirtieron a esos pocos miles de "turistas" en 30 millones a mediados de los 50's y en 100 millones diez años después. Hacia 1960 ya los visados entre países euro-occidentales eran recuerdo del pasado (claro, para estimular el turismo). El flujo desde otros continentes era aún relativamente escaso, pero su ascenso era incontenible. Mientras alrededor de medio millón de norteamericanos llegaron a Europa en 1955, en 1966 esa cantidad se había triplicado.
La irracionalidad capitalista no sólo llevó al turismo de masas sino al empleo de los medios más contaminantes: automóviles y aviones, cuyo desarrollo fue de lejos espectacular comparado con el resto. Entre 1948 y 1965, por ejemplo, el volumen de transporte aéreo en Europa creció en diez veces. En 1958 por primera vez cruzaban el Atlántico más pasajeros por vía aérea que marítima. El auge automotor fue similar: Europa Occidental pasó de disponer de 5 millones de autos en 1948 a 44 millones en 1965. (Todas las cifras son del libro de Walter Laqueur, Europa después de Hitler)
El gran "sueño" -negocio- para los capitalistas podría ser, por ejemplo, que todos los 6.000 millones que habitamos el planeta tuviéramos a su vez como "sueño" viajar, hacer turismo internacional, digamos cada año en nuestras vacaciones. Pero pocas dudas tendríamos que la realización de ese "sueño" -y todo el "crecimiento económico" que sería necesario para ello- significaría destruir la vida en el planeta, para ser más exactos necesitaríamos de varios planetas para lograrlo...
He aquí que la historia viene en nuestro auxilio. ¿Será que no podemos vivir sin el turismo masivo? Para los europeos anteriores a 1945 el turismo era como hoy viajar a otro planeta, y esa sigue siendo hoy la realidad para la gran mayoría de hombres y mujeres.
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